#26J Estación Darío y Maxi: Dignidad, Lucha y Organización



26 de Junio

Estación Darío y Maxi

Dignidad, Lucha y Organización





por: Rigel Sergent / militante del Movimiento de Pobladoras y Pobladores de Venezuela

La estación ferroviaria “Darío y Maxi”, ubicada en Avellaneda, parte del conurbano de la Gran Ciudad de Buenos Aires en la Argentina, no es una parada más de un sistema de movilidad de pasajeros que se trasladan de un sitio a otro; detrás de ella se esconde y florece una historia de lucha por esa sociedad más justa que algunxs  soñadores estamos empeñados en construir, es la historia de una  lucha que se forjó y floreció un 26 de junio del 2002.



 Luego de esa larga noche oscura en la década de los noventa, donde el neoliberalismo se instauró en muchos gobiernos de nuestra América Latina, le siguió lo que algunos llamaron “crisis”, que no fue más que la implementación de políticas de un sistema que iba contra los derechos y los interés de las grandes mayorías, de los de a pie, de los de abajo. En la Argentina en plena coyuntura política a finales del 2001 y principios del 2002, las condiciones del Pueblo empeoraban cada vez más por las medidas económicas, (anti)sociales y excluyentes tomadas por los gobiernos representantes del neoliberalismo, pero a su vez también trajo – como sucede en toda situación revolucionaria – mayor movilización, organización y liderazgo colectivo del Pueblo.

En este marco durante el primer semestre del 2002 diversas organizaciones se movilizaron en contra de tal situación para exigir los derechos y reivindicaciones mínimas que la población merece: trabajo digno para garantizar alimentación, una mejor educación para todxs y tierra para vivir honrosamente. En la Argentina, estas movilizaciones generalmente se realizan con un corte o “piquete” de la vía y son encabezadas por los llamados “piqueteros”.

El 26 de Junio del mismo año la movilización en Avellaneda estuvo encabezada por el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), si leyó bien: “trabajadores desocupados”, ya que  a pesar de que el sistema les niega el derecho al trabajo su consciencia de clase no niega su condición  de ser quienes con las manos, mente, ingenio y corazón pueden producir y generar las riquezas que todas y todos necesitamos para vivir con dignidad! Allí en ese escenario, y en ese momento, las políticas del gobierno fueron acompañadas con represión, lo que era la expresión del Pueblo por visibilizar su digna y justa lucha culminó aquel día en lo que se conoce como la “Masacre de Avellaneda”, que no fue un hecho fortuito de unos cuantos policías que actuaron de forma individual, sino que fue la respuesta y orden emanada por las autoridades para combatir con la muerte al Pueblo arrecho que reclamaba su derecho.

Aquel 26 de junio la represión caracterizada por todo sistema burgués estuvo acompañada –  parecido a nuestro 27 y 28 de febrero venezolano –   por varios heridos y por la muerte de los jóvenes: Maximiliano Kosteki  y Darío Santillán, de los compañeros más combativos del MTD, el primero muerto a quema ropa en plena estación y Darío, asesinado por la espalda, que con solidaridad va en socorro del compañero ya caído y con dignidad y valentía extiende su mano como para detener a la fuerza policial que lo apuntaba y que venía a continuar con el “mandado” para tratar de acallar la fuerza de un Pueblo.
 



Pero ese 26 de Junio,  con su mano extendida Santillán no sólo puso freno a la injusticia, sino que ha multiplicado su lucha y solidaridad. La exigencia de justicia desde aquel 26 ha estado presente hasta hoy, cada 26 se hace una tranca en los alrededores de la estación, pero además  se  logró la apertura de una investigación por los hechos ocurrido en aquella masacre, un juicio que esclarezca los hechos y consiga la justicia que siempre se reclama desde abajo, alcanzando que se hayan tomado algunas decisiones importantes - pero no suficientes – contra los actores materiales de la masacre ; pero estos resultados no ha sido porque el sistema quiera realmente hacer justicia, sino por la lucha y movilización, piquetes, presiones y exigencia durante meses y años, no sólo de familiares sino de trabajadorxs y luchadorxs sociales, hombres y mujeres de a pie que le han hecho contrapeso a la impunidad y que catorce años después piden justicia y cárcel  contra los actores intelectuales y todos los responsables incluyendo a Duahalde,  presidente de Argentina en aquel entonces.

La lucha por hacer justicia no sólo llega hasta los culpables de aquella masacre sino también al lugar de los acontecimientos. La antigua estación de Avellaneda ya no es la misma desde aquel 26, incluso su nombre  se ha transformado, así como en Caracas la estación “Parque del Este” pasó a ser la estación “Francisco de Miranda” por el empeño de nuestro Comandante Chávez para recuperar nuestra memoria histórica,  allá en Argentina gracias a la lucha de lxs militantes quienes pintaron con su propia voluntad, con murales y grafitis  los carteles de la estación, y lo que para algunos conservadores puede considerarse un acto de “rebeldía” o vandalismo ha sido un acto de dignidad que logró luego de años que la estación fuese renombrada legalmente como “Darío Santillán y Maximiliano Kosteki”, aunque la propuesta era estación Darío y Maxi, como realmente se llama más allá del formalismo. Por eso la Estación Darío y Maxi hoy  es también un espacio de cultura popular y de lucha contra la imposición de lo que no nos pertenece y se convierte en un espacio de construcción de lo común que creamos entre todas y todos desde lo que somos y desde nuestra propia historia.




Hoy la estación Darío y Maxi es un espacio contra la cultura impuesta y se convierte en uno  rodeado de expresiones  que cuenta lo que sucedió aquel 26, pero también de lo que vamos construyendo, de encuentro de los iguales y del mensaje que queremos dar desde abajo, como alternativa de una nueva manera de hacer cultura y de la nueva sociedad que construimos.   
 






Pero también la estación se ha convertido en un centro para el impulso de una Economía Popular, donde se den otras relaciones de producción, sin patrono, acompañando o pasando de los piquetes a la producción y dando un salto cualitativo a los programas sociales, logrando pasar de los planes de empleo al trabajo autogestivo. En la Estación Darío y Maxi se recuperó un espacio ocioso y se logró impulsar un polo textil, donde un grupo principalmente conformado por mujeres que estuvieron en algún momento desocupadas realizan hoy día un trabajo digno y productivo en la elaboración de corte y costura de diversas prendas,  planificando, gerenciando, formándose, produciendo y distribuyendo desde sus mismas capacidades, sin patronos, impulsando el modelo autogestionario.



El Frente Popular Darío Santillán, una de las organizaciones de base de la Argentina, ha  logrado en estos años de lucha convertir la Estación Darío y Maxi en dignidad, lucha y organización pero no sólo en la estación en Avellaneda ,sino que ha multiplicado la experiencia en distintos espacios,  donde hoy se unifican y se organizan con sus militantes distintas luchas populares y territoriales: de las y los trabajadores por trabajo digno, con bachilleratos con educación liberadora y comedores populares, por la igualdad de género, contra el patriarcado y por el feminismo, por la autogestión, cultura popular, pero sobre todo por la lucha que compartimos desde el Movimiento de Pobladoras y Pobladores de Venezuela: la construcción del Poder Popular y Por el Socialismo!

 Sigamos construyendo en nuestra América Latina estaciones de la dignidad, lucha y organización!



 

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